¿Cómo te has sentido hoy? Qué pregunta simple y qué pasada por alto muy seguido ¿no?. Hoy te levantaste y seguramente activaste todas tus rutinas diarias de la mañana. Pasaste por alto el desayuno o picoteaste lo primero que encontraste por ahí. Un café o un mate si, claro por supuesto, sino «no podés arrancar».
Si tenés que salir para ir a trabajar, vas en auto o tal vez en cole o subte. No importa, dá igual porque de todas maneras el objetivo es atravesar la ciudad para llegar a horario al lugar de laburo.
Tráfico, ruidos, bocinas, gente trasladándose, todos buscan llegar a algún lugar de destino. Y vos ahí, durante todo el camino pensando en lo que te espera por hacer o que te quedó pendiente del día anterior.
Una vez allí, ves la cara de tu jefe. Ay! se ve que tal vez no pasó una buena noche, pues hace poco él y su esposa tuvieron un bebé y les están pegando fuerte las noches de insomnio y de adaptación a la nueva rutina.
Por suerte te tocó de jefe una persona buena, que a pesar de sus días malos siempre se pone en los zapatos del otro, y de repente pensás: «soy afortunada, tuvo una mala noche y aún así trata de mantener la cordura con todo lo que hay que concretar».
Tenés que comenzar con tus labores. Adentro tuyo hay algo, lo sentís pero todavía no lo pensaste. Seguís adelante, no importa, porque antes de las doce del mediodía tenés que terminar.
Pasa una compañera y te pregunta: ¿cómo te sentís hoy? Tu respuesta casi automática es: «bien», pero en realidad todavía ni siquiera te dedicaste un minuto para saberlo.
Entre tareas, decidiste prepararte un segundo café para tratar de despertarte un poco más, estás cansada pero no interesa porque en el trabajo no se puede parar.
Durante el recreo del mediodía mirás el navegador de internet en tu celular y como si google escuchara lo que te pasa, pensás o hablás, ves un título con un enlace que dice «¿cómo te has sentido hoy?». Allí caés en la cuenta de que es la segunda vez en la mitad del día que esa pregunta se te presenta pero no te detuviste a pensar en la respuesta.
El día sigue transcurriendo como si todo estuviese «normal»
Seguís sintiendo ese «algo» adentro, en el pecho, como si te estuviera diciendo «estoy acá, soy yo, y no te voy a dejar». La sensación está y no se va. Te das cuenta de que no tenés hambre, así que decidís comer una barrita de cereales y un agua mineral, con eso estarás bien hasta que sea la hora de regresar.
A las cuatro de la tarde, luego de un día de trabajo intenso, en el que tuviste poco tiempo de distenderte, decidís que vas a cortar con las tareas y prepararte para el retorno a tu hogar.
Vas camino a la parada del colectivo con una compañera, la misma que por la mañana te preguntó «¿cómo te sentís hoy?» y que la que respondiste automáticamente.
En la corta charla que sostienen te cuenta lo contenta que se encuentra de haber comenzado un camino de sanación y consciencia interna que consiste en una nueva rutina matinal de diez minutos de meditación, seguidos de cinco o diez minutos más de escritura personal en un diario.
Van veintidós días desde que ella empezó con su práctica y te contó que se notaba mucho más consciente del momento presente que transcurría y de las emociones propias y de los demás. Además estaba aprendiendo a priorizar todo en su vida y a mejorar sus hábitos y la toma de decisiones que antes solo las hacía por costumbres viejas o heredadas.
Ahora que te lo comentaba, entendías que si, habías notado su cambio, hasta en la expresión de su rostro. La notabas mucho más calma, con una energía diferente; como si todo transcurriera a su alrededor y ella tan solo lo vivía sin expectativas de más.
Revelación y desición
Te gustó escucharla, y enseguida volviste a pensar en lo que habías estado tratando de evitar «¿cómo te has sentido hoy?» . Al subir al colectivo, decidiste darle una respuesta a la pregunta y ponerle nombre a la sensación que tuviste todo el día en el pecho, que en realidad era una emoción a la que no habías reconocido todavía por haber estado siempre pendiente de distracciones y no de tus propias sensaciones.
Llegaste a tu casa pensativa y te relajaste unos minutos tratando de encontrar tu respuesta. Luego de un rato ya sabías cómo estabas: distraída, ansiosa y dejándote llevar. Sin estar viviendo plenamente el momento presente y sin ser consciente de tu vida como un todo.
Entonces decidiste, ahí mismo en ese momento de revelación, comenzar con la revolución interna de cambio de vida con camino a tu bienestar real.
No ignoremos las señales. Responde a conciencia: «¿cómo te has sentido hoy?».
“La conciencia es la mayor alquimia que hay. Solo sigue haciéndote más y más consciente, y encontrarás que tu vida cambia para mejor en todas las dimensiones posibles. Te traerá una gran satisfacción”.
Osho
Espero que te guste y te sirva esta pequeña historia de la vida cotidiana. ¿Te pasa? Podés contarme escribiendo un mail o por redes sociales. Si querés leer más, te espero en el blog. Nos vemos 🙂
Caro
cecilia dice
Hermoso lo que escribiste Caro. Siempre me siento identificada con lo que expresas. Antes de la pandemia me pasaba eso, de vivir a mil, en automático, con mucho estres y ansiedad y sin tomar real dimensión y conciencia de cómo estaba, de mis estados, claro, no había tiempo para eso ( eso era lo que pensaba). Y tuvo que venir una pandemia para permitirme cambiar mi ritmo, priorizarme, escucharme, habitarme y crear mi rutina de bienestar.
Abrazo inmenso! Ceci
Caro S dice
Hola Ceci! Gracias para tomarte un minuto para compartirme tus pensamientos y experiencia. Si, es así… andamos a mil y no frenamos, pero de a poquito vamos tomando conciencia. Besote enorme. 🙂