Hoy me levanté con ganas de recordar un párrafo del libro Comer, Rezar, Amar de ELizabeth Gilbert y es de casi el final de la película también.
“Si eres lo suficientemente valiente para dejar todo lo familiar y cómodo atrás, que puede ir desde tu casa, hasta viejos y amargos resentimientos, para emprender un viaje en búsqueda de la verdad, ya sea externa o interna, si estás dispuesto a considerar todo lo que te pase en la aventura como una pista, si aceptas a todos los que conoces como maestros, y lo más importante, estás preparada para enfrentar y perdonar algunas realidades muy difíciles acerca de ti, entonces la verdad no te será ocultada”. –Liz Gibert.
Hace unos días venía despertando muy temprano, a las seis de la mañana, para rutinariamente sentarme a escribir mis tres páginas de flujo de pensamiento sin parar a modo de meditación, descargo y ejercicio para «destrabar bloqueos» creativos, tal como lo indica Julia Cameron en su libro El Camino del Artista.
Me gusta la parte de levantarme temprano y de cumplir con la rutina, pero descubrí que estaba usando mis páginas matutinas para escribir y recordar largas listas de cosas «por hacer» y que allí estaba, sentada moviendo la lapicera lo más rapido posible para terminar de llenar las tres hojas y poder empezar a «tachar» esas tareas de mi interminable lista.
TOTALMENTE PERDIDA
Mis páginas matutinas son mi forma de meditación, sin embargo me encontré perdida en ellas. La vorágine y el día a día me indicaban señales de giro hacia diferentes lados y no me permitían seguir en mi dirección deseada.
Que fácil es desviarse! Y que bueno es darse cuenta de estar perdido para volver a mirar el GPS o la ruta que queremos tomar; la de nuestros deseos. Además descubrí algo muy obvio pero que muchas veces ni lo notamos: la lista de «cosas por hacer» nunca se termina. Al tachar una tarea como «completa» viene otra y tal vez dos o tres más que se suman.
Se convierte así en la inacabable, implacable e infinita «lista de cosas por hacer».
Estos días si que me encontré perdida. Sin prestarle atención a mis pensamientos y emociones; salida del eje, del camino y persiguiendo esas listas de tareas interminables. Seguramente debo reforzar mi práctica de decir NO. A mi misma y a otros.
Hoy dije basta. Los días pasan volando, las horas no alcanzan y el tiempo se desvanece sin importar si concretaste tus tareas o no. Los momentos importantes no vuelven. Los importantes de verdad, los que nos hacen felices.
SIEMPRE CORRIENDO
Así estamos, corriendo de acá para allá con tantas cosas y a una velocidad tan alta que no alcanzaría con compararnos a la Fórmula Uno.
A mil por hora y ¿para qué? ¿por qué? ¿hay alguien corriendo detrás mío? Si tengo lo esencial, lo que importa, ¿vale la pena correr a tanta prisa y competir de esa manera tan agresiva con el tiempo? Nuca le vamos a ganar.
Nosotros somos mortales y el día solo dura 24 horas, de las cuáles no sabemos con certeza cuantas vamos a vivir. No hay necesidad de ir con tanta prisa si podemos hacerlo con calma.
Me puse a pensar cómo encontrar el equilibrio perdido, porque además, la interminable lista me lleva por caminos en los que en realidad no quiero estar y hacia lo que no «me llena de verdad».
La verdad es que no lo se, no tengo las respuestas. Solo se que en ese momento abrí mi navegador para escribir estas palabras.
SER HOY
Me anoté esa corta oración en mi planeador de contenido e ideas para la semana: Ser HOY.
HOY. No mañana ni ayer, hoy. El presente es perfecto y es lo único que tenemos, ¿de qué me sirve correr como ciega hacia algo que todavía no existe y que cuando esté ahí se correrá aún más adelante porque en realidad la «perfección» nunca llega?.

Escribo todo esto porque al leerlo te resuena en tu mente y en tu corazón. Creo saber que estás ahí sintiendote desbordada y corriendo de un lado a otro para cumplir con compromisos y obligaciones ajenos a tu corazón.
Seguro es difícil salir de esas redes interminables «de por hacer» sobre todo si te acompañan uno, dos, tres o más hijos.
De repente te duele la cabeza, te dá una indigestión o comenzás a sentir una picazón en alguna parte del cuerpo. Puede que te duelan las articulaciones, o sientas molestias oseas. Por las noches te cuesta un poco dormir y tal vez sentís contracturas.
Y si, obvio que si. SI pobre cuerpo a lo que lo sometemos exponiendo a nuestra mente a niveles elevadisimos de estrés y casi siempre (y aquí te lo voy a decir muy directo): INNECESARIAMENTE.
Lo importante está adentro, lo importante es ahora. Es hoy y está hoy ahí. Adentro y adelante tuyo. Lo importante es este momento presente que es lo único seguro que existe. No hay más allá todavía y ya no hay ayer tampoco.
El pasado se esfumó y el futuro no existe. Solo puedo pensar y actuar en el ahora. Que lo pasado nos deje grandes enseñanzas y que lo futuro nos ilusione para despertar contentos mañana, pero SIN SALIR DEL EJE, sin dejar el equilibrio y sin vivir allí en la nada.
ORGANIZAR Y CONCRETAR
En mi búsqueda de mil respuestas me dí cuenta que lo mejor es simplemente «hacer» y se que cuesta porque existen miles de distracciones.
Pero «hacer» de una manera organizada y empezando por lo más importante en órden de prioridad para luego seguir con las «tareas secundarias».
Cuesta, creo que ni yo se bien todavía cuales son mis tareas secundarias y muchas veces me encuentro concretando lo inmediato, pero lo importante es seguir e intentar.
Todo lo bueno llega a nosotros y eligiendo a qué y cómo dedicar nuestro tiempo mucho mejor.
Les dejo una oración que escribo todas las mañanas en mis páginas matutinas, tal vez te sirva de algo. Para mí ya es una especie de mantra y me la he aprendido de memoria. Aquí vá:
«Me organizo, enfoco, concentro mi atención y concreto mis tareas».
Caro
Y sigue… pero por ahora solo les comparto esa parte. Lo que sigue es para un relato aparte, separado.
Gracias por leerme, acompañarme y estar acá.
Caro.
Es clave saber frenar y ENFOCAR solo en el hoy. Gracias por este post Caro 🙂